sábado, 8 de octubre de 2011

Otro carpintero

¿Qué hice? ¿Qué hice? Seguramente, nada por lo cual deba avergonzarme. Hice mi trabajo, eso es todo. Lo hice como me fue enseñado, y lo hice bien. Como mi padre, y su padre antes que él, soy un carpintero, un buen carpintero. Es una profesión honorable. He hecho muchas cosas que la gente de esta villa da por sentadas. Cosas sobre las cuales se acuestan, sientan, o comen... o a veces sobre las cuales mueren. Como ellos no piensan acerca de estas cosas, no puedo yo tampoco pensar en ellas una vez que han sido entregadas y me han pagado por mi trabajo. ¿Debería preocuparme por lo que uno de los oyentes tiene que soportar por estar sentado en una de las sillas que yo he hecho? ¿Debería permanecer despierto de noche preguntándome si las comidas servidas anoche en mis mesas eran saludables? No, esto no puede ser. La verdad, me perturbó el día que el guardia Romano me dió esta tarea. (como justificándose ahora) Pero más de lo que yo odiaba esta trabajo, odiaba los crímenes de los hombres que fueron sentenciados a tal muerte. Y, aparte, el oro romano compra comida tanto como cualquier otro oro! Cuando vi el trabajo de mis manos en las incotables colinas, aunque me costó un gran trabajo, pude callar los sentimientos que se levantaban adentro mío. ¿Por qué, entonces, esta vez es diferente? Yo no conocía a ninguno de los hombres que murieron en las cruces en Golgota aquel día, excepto aquel que era el maestro del que tantos hablaban. ¿Quién soy yo para juzgar si los crímenes de estos hombres eran suficientes para que merezcan tan espantosa muerte? Eso le corresponde a Roma. (como autoconvenciéndose ahora) Mi rol es simplemente enconotrar un árbol fuerte para tallar en el mismo la cruz que cargará en lo alto los cuerpos rotos de estos criminales para que todos puedan ver la vergüenza del pecado. (Pequeña pausa. Baja la cabeza y se muestra pensativo) Dicen que este maestro era un carpintero. Un hombre como yo. ¿Será esa la razón por la que no puedo descansar? No. No lo podría saber. Quizás docenas de carpinteros han sido colgados en el trabajo de mis manos... Mis manos... He usado estas manos, como el usó las suyas, para hacer algo útil de algo inútil. A lo que estaba muerto le fue dada nueva vida, al transformarse un viejo tronco en una banqueta sobre la cual una madre puede sentarse con su hijo. He dado forma y ajustado viejos pedazos de madera hasta que pudieran cobijar preciosos tesoros adentro. Con estas manos, muchas veces he cortado y martillado... martillado. Ellos martillaron clavos a través de las manos de este crucificado. Y de los pies!... (Recomponiéndose en su postura autojustificativa) ¿Pero qué debía hacer yo? ¿No fue su elección cometer esos crímenes? Yo no puse a nadie sobre una cruz; no es mi ofensa la que hace que él cuelgue ahí... ¿En cuantas maneras somos similares? Tenemos el mismo oficio, él y yo, pero yo puedo seguir adelante con mis producciones mientras él cuelga sobre mi cruz... Yo no sé quién fue este hombre. Ni aún descubrí qué hizo para recibir este castigo. Pero esto sé: Yo no puedo continuar más con este trabajo. Le voy a decir a los Romanos que se busquen a otro para que haga estos instrumentos de muerte. Hice el trabajo que me fue dado... y ahora...,...está... terminado.

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