sábado, 8 de octubre de 2011

El Alfarero

La persona sentada en la audiencia; Jesús entra caminando y mira alrededor a varias personas en la audiencia, buscando a alguien específico. Entonces llega a la persona y la mira cuidadosamente, pone su mano en su hombro y le hace señas de que lo siga. La persona reacciona con sorpresa y orgullo. A mi? Me estás eligiendo a mí? De toda esta gente? No a él ni a ella? A mi? Oh, Señor, es un privilegio tan grande el ser elegido por vos! Nunca pensé que me elegirías a mi! Voy a hacer lo que sea por vos, Señor. Jesús le indica a la persona que se siente en la silla. Sentarme? Seguro, no hay problema! Me puedo sentar, Señor. Lo que digas! Jesús entonces hace la mímica de levantar un jarro con agua y lo derrama sobre la cabeza de la persona y luego comienza a mover a la persona gentilmente. “Oh, Señor... esto es tan lindo, tan refrescante! Vos sabés exactamente lo que yo necesito: Bendiciones. Seguí dándome estas bendiciones! Señor, sos tan amable y gentil... Jesús comienza a mover a la persona un poco más rudamente, en círculos, poniendo sus manos sobre los hombros de la persona, como si estuviera en la rueda de un alfarero. “Pará, esperá un momento! Qué estás haciendo? La persona salta de la silla y queda fuera del alcance de Jesús. “Qué te pensás que estás haciendo? O sea, Señor, vos sos tan amable y gentil, pero empezaste a tratarme de un modo un poco rudo. Eso estaba empezando a doler. No necesitás ser áspero conmigo, o sea, yo no soy tan malo Jesús invita a la persona que se siente nuevamente. Querés que me siente de nuevo? Bueno, si vas a ser amable y gentil y me vas a dar todas esas bendiciones... pero si vas a ser rudo conmigo... Jesús nuevamente invita a a Persona a sentarse Bueno, está bien, me siento de nuevo, Señor. Por qué no? La persona se sienta en la silla de nuevo. Jesús nuevamente derrama una jarra de agua sobre la cabeza de la persona y masajea. “Ah, entendiste la idea Señor! Me parece que nos vamos a llevar muy bien! Jesús ahora mueve su mano rápidamente, haciendo el gesto como si le sacara algo del hombro a la persona. Ayyyyy, ey, qué estás haciendo??? La persona salta de la silla nuevamente. Qué te pensás que estás haciendo Señor? A ver, escuchame, una cosa es que me elijas, y yo realmente aprecio todas las bendiciones que me das y bueno... vos podés ser... este... algo así como Señor de mi vida... pero no podés quitarme esas cosas. O sea, son cosas mias, las necesito. No te las he dado! Jesús invita a la persona a sentarse. Y vos querés que me siente de nuevo. Pero vas a sacar cosas de mi vida, o no? Jesús invita nuevamente a la persona a sentarse. La persona hable mientras se va sentando. Bueno, está bien. Me voy a sentar, pero vas a tener que entender que hay algunas áreas de mi vida sobre las que tengo un perfecto control. Simplemente no me las podés quitar. Jesús extiende su brazo hacia la derecha como mostrándole una escena a la persona. Oh, Señor, por qué me estás mostrando todas esas personas que viven en las calles y esos niños que están muriendo de hambre? Hay tantos! Qué puedo hacer por ellos? Jesús nuevamente extiende su brazo como mostrándole una escena a la persona. Y Señor, ahora me estás mostrando a todos esos adictos a las drogas, y a los alcohólicos y a las prostitutas! Qué tengo que ver yo con ellos? Yo no soy como esas personas!!! Jesús extiende su brazo como mostrándole una escena a la persona. Y ahora Señor me estás mostrando a esas personas que se están inclinando ante ídolos y adorando otros dioses. Mirá, ellos te han rechazado, no yo! Ya vi suficiente! Jesus señala ahora el corazón de la persona. Oh, Señor, ahora me estás mostrando todo este pecado en mi vida. Nunca me había dado cuenta que había tanto orgullo, egoísmo y odio en mi corazón. La persona salta de la silla nuevamente. Por qué me me mostrás todas estas cosas? No te dás cuenta me me lastima ver a todas esas personas muriéndo en sus pecados y ver todo este pecado en mi propia vida? No entendés? Jesús le indica a la persona que se siente nuevamente. Y querés que me siente! Pero duele, Señor! Por qué duele tanto caminar con vos; y sin embargo hay tanto amor en tus ojos! Jesús le indica a la persona que se siente nuevamente. Pero vos querés que me siente de nuevo, y qué puedo hacer? O sea, vos moriste por mi, y me elegiste, y yo sé que sólo querés lo mejor para mi vida... Me voy a sentar. La persona se sienta, Jesús comienza el movimiento de moldeo Pero Señor, duele. Duele este proceso. Duele que me cambies y que me transformes a tu imagen, pero Padre, QUIERO QUE ME MOLDEES! La persona y Jesús inclinan sus cabezas. Jesús tiene sus manos sobre los hombros de la persona. Se apaga el cañón de luz. Jeremías 18:3 – 6 3 Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno.4 Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien. 5 En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:6 «Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro? —afirma el Señor—. Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero Isaías 45:9 ¡Ay del que contiende con su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero: «¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!»? Isaías 64:8 A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.

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